En estos días claros de febrero, la luz se refleja sobre la nieve blanca que cubre el macizo de Peñalara y la Mujer Muerta. La limpieza del aire contrasta con la boina oscura y sucia que recubre Madrid.
Al caer la tarde, abro el libro de Plá “Las horas”, en donde recoge el paso cíclico del tiempo y de las estaciones en Palafrugell , su pueblo en el Ampurdan. En estos días se celebraba alli la fiesta de las candelas. Esta fiesta se sigue celebrando en algunos pueblos de Castilla y muy cerca de aquí, en Prádena.
La fiesta de las candelas , como la de las águedas, a las que en cierto modo está unida, se celebran cuando el invierno está en su mitad y probablemente se relaciona con antiquísimos ritos del sol y de las estaciones.
Muchos han trazado los orígenes de la fiesta de las candelas , hasta las fiestas de los Lupercales romanos, y más tarde a las fiestas resultantes de su cristianización. En la tradición judia, a los cuarenta días tras el nacimiento del niño, la madre hace la purificación en el templo. Así lo hizo la Virgen a los cuarenta dias del nacimiento de Jesús. En el calendario actual, las candelas se celebran el día dos de febrero , a los cuarenta dias de la Navidad, en el santoral coincide con el de la Virgen de la Candelaria.
Si uno ve la luz de estos días de febrero, reflejandose con viveza en todos los lados,independientemente de todas sus vestiduras, comprende que en estas celebraciones hay algo ancestral. Algo que se disfraza de una u otra manera y se domestica dependiendo de la época, y de la ideología y la cultura dominante.
Los campesinos de Prádena señalan este aspecto estacional , en la mitad del invierno de esta fiesta. “Si la Candelaria emplora, el invierno va fora, si se apaga la vela, el invierno sigue”.
9 de febrero de 2011