Un japonés llamado Masaru Emoto, escribió un bello cuento , una bella historia, sobre la aparición de los cristales en el agua.
Según Emoto, el agua al congelarse forma cristales microscópicos , de muy diferentes estructuras y esta cristalización es muy influenciable por muy distintos factores externos, algunos de ellos muy sutiles.
La teoría de Emoto, en contra de lo que él afirma, ignora totalmente la metodología científica. Esto hace que lo que él pretende que sea un descubrimiento revolucionario de la ciencia, se transforme en un bello cuento. Pero como de todo los cuentos, también del cuento de Masaru Emoto podemos sacar importantes reflexiones y enseñanzas.
Según Emoto, no solo las aguas residuales o contaminadas sino también las aguas de grifo tratadas con cloro en las grandes ciudades son incapaces de cristalizar al congelarse o si lo hacen forman cristales amorfos. Cuando el agua se expone a la música de Beethoven, Bach o Mozart, forma bellas cristalizaciones. Esto mismo sucede cuando se le recita algunos mantras o se le coloca etiquetas con palabras de amor y gratitud en los recipientes. Por el contrario, cuando se le coloca delante de música de Heavy Metal, se le insulta, o se le coloca un letrero en el frasco que la contiene, con palabras injuriosas o despectivas, la cristalización se deteriora.
El agua constituye el 75% de nuestro cuerpo, y es una de las bases fundamentales de nuestro medio interno, el medio en el que viven nuestras células. El agua de nuestro cuerpo presenta una disolución de minerales que en cierto modo recuerda a la composición del agua de mar. Muy probablemente fué en un mar ancestral en donde surgió la vida sobre la tierra, y los primeros seres unicelulares. Es en algo similar a este mar primordial el medio en donde viven las células de nuestro cuerpo. Los increibles mecanismos de regulación de nuetro cuerpo, mantienen constantes las propiedades físicas y químicas de este medio interno.
El mensaje de la historia de Emoto es claro, si el agua es la base de nuestro organismo, y es tan finamente influenciable, por nuestras palabras , por la música, por la disolución de productos químicos , tengamos sumo cuidado con lo que hablamos, con la contaminación química e incluso con nuestros deseos.
Pero si al fín y al cabo, en contra de los que afirma Emoto, no es a través del agua como se lleva a cabo la acción de todos estos factores sobre nosotros, tampoco importa mucho. Es claro que que a través de la palabras, de la música y de nuestros deseos, nos influenciamos unos a otros, tengamos cuidado con ellos, para no dañar a los otros hombres. Si esto lo hemos conseguido , tengamos también cuidado en no dañar a los otros animales, y, por fín, tengamos cuidado en no dañar la tierra , el aire y, por supuesto, al agua. Todos, ellos , no solo los hombres, según las antiguas doctrinas orientales, son seres sintientes, Hermanos, dijo el santo cristiano Francisco de Asís.
Un video con la bella historia de Emoto
11 de marzo de 2011