Nuestra alimentación es una de las formas más profundas de relacionarnos con el medio en el que vivimos.
Ingerimos los alimentos, los digerimos, los metabolizamos y los incorporamos a nuestro organismo como elementos constitutivos de nuestro cuerpo y los utilizamos como fuente de nuestra energía interna. Los antiguos médicos hipocráticos, a su vez, no distinguían entre alimentos y medicamentos, haciendo especial énfasis en la idea de que los alimentos eran capaces también de inducir modificaciones en nuestro organismo.Esta idea permanece en los tratados de Plinio y de Disocórides, que llegan hasta nuestro Renacimiento.
Nos hemos dado cuenta de lo que la toma de determinados alimentos puede ocasionar en nuestro organismo enfermedades . Algunos tipos de alimentos que ingerimos son capaces de provocar a largo plazo , probablemente sobre la base de una predisposición genética, enfermedades crónicas como la arteriosclerosis.
Sabemos también que la contaminación del medio , a través de la contaminación del agua y de los alimentos, puede terminar contaminandonos a nosotros mismos y producir también en nosotros enfermedades.Es el caso de la contaminación del agua por metales pesados que entran en la cadena trófica de los peces, y entran en nuestro organismo a través de la ingesta de los grandes peces: atunes o peces espada.
Muchos alimentos pueden también transportar microorganismos capaces de provocar enfermedades .
En los últimos años hemos empezado a tener una nueva perspectiva de las consecuencias de nuestra alimentación: el tipo de alimentos que ingerimos puede tener serias consecuencias en los recursos naturales y en su distribución.
En un terrorífico informe publicado por la FAO sobre la ganadería realizado en el año 2006, se nos detalla del efecto del crecimiento de la actividad ganadera, para la produción de carne y leche para alimentación, sobre el planeta. Este efecto viene producido por la incorporación de países en desarrollo a la producción ganadera industrial gestionada por grandes compañías. Este efecto parece que se está produciendo en varios frentes: el uso de la tierra; la deforestación en America Latina para producir campos de cultivo para alimentar el ganado; la contaminación del aire, en parte por el efecto de la deforestación y en parte por la emisión de gases por el ganado (metano, oxido nitroso y amonio) ; el efecto sobre el consumo de agua fundamentalmente para el riego del cereal producido para la alimentación del ganado; la propia contaminación del agua por el uso de pesticidas (para la producción de grano), el uso masivo de antibióticos para el ganado, y el vertido de derivados del nitrógeno y del fósforo sobre el agua; y por fín , el efecto sobre la biodiversidad. El cambio en los hábitos alimenticios en los en desarrollo a un tipo de alimentación centrada en la carne animal y en la leche, está por otro lado originando a su vez una epidemia de obesidad a nivel mundial. La obesidad es el primer paso hacia enfermedades más graves , la diabetes, la hipertensión o la arteriosclerosis coronaria y cerebral.
Cuando compramos una bandeja de filetes de pollo, de cerdo , media docena de huevos , o un “brick” de leche de vaca en el supermercado rara vez nos damos cuenta de los fenómenos de producción industrial que se encuentran detrás y las consecuencias de la industrialización masiva de estos alimentos sobre el medio y en última instancia sobre nuestra salud.
Estamos dirigidos por un capitalismo desbordado y destructivo para el hombre y para el planeta , al que al parecer ya nadie puede enfrentarse.
¿Como cambiar todo esto? El primer paso para el cambio es ser conscientes, conscientes de lo que supone la ingesta de carnes y sus derivados sobre el medio. El segundo es la acción individual, el limitar nuestra ingesta de carnes y de sus derivados . El tercero es el paso de la acción individual a la colectiva: ayudar a que los demás se hagan conscientes de este problema y ayudarles a cambiar su comportamiento, el poder de la Shanga.