Conforme ha progresado la epidemia de COVID 19 se han puesto en marcha medidas sucesivas para su control.
Inicialmente se utilizó la identificación y el aislamiento de casos, con la búsqueda de sus contactos para su diagnóstico y puesta en cuarentena.
En un segundo momento, cuando se comprobó que estas primeras medidas eran insuficientes, se pasó al aislamiento social generalizado, con dos etapas de intensidad creciente, en la que ahora estamos. Parecen que han sido efectivas para frenar el incremento desmesurado de nuevos casos, de ingresos hospitalarios y en las UCIS, y de fallecimientos.
Los casos más graves de COVID 19 han supuesto una enorme presión asistencial para las urgencias, las plantas y las UCIs de los hospitales y se ha realizado para atenderlos un esfuerzo sin parangón. Pero los casos leves y los asintomáticos de la infección por SARS covi 2, menos importantes desde el punto de vista clínico, han podido jugar también un papel señalado en la propagación de la epidemia, por lo que en una futura tercera etapa, cuando la disponibilidad de los test diagnósticos lo permita, habrá que poner en marcha las mismas acciones de diagnóstico, aislamiento y estudio de contactos dirigidas a este tipo de casos con menor expresión clínica.
En China, la puesta en marcha en de las medidas de aislamiento social, no hizo que se discontinuaran las medidas de identificación de pacientes , de aislamiento y búsqueda de contactos , lo que se realizó tanto en los pacientes graves, como en los leves y en los asintomáticos. Esta suma de las medidas de aislamiento, de diagnostico generalizado, de identificación, estudio y cuarentena de contactos , ha doblegado la epidemia.
El crecimiento exponencial de los contagios en España ha hecho imposible el mantener la búsqueda de contactos para realizarles estudios diagnósticos , y ponerlos en cuarentena, como sucedió en el inicio de la epidemia. En un estudio publicado en Science el pasado 31 de marzo por un grupo de la Universidad de Oxford, calculaban que un seguimiento clásico de contactos, como el que se realizó al inicio en España, tardaba en completarse una semana para cada caso. Era por tanto imposible escalarlo cuando la epidemia había llegado ya a la decena de miles de casos.
Por el contrario, en China y en otros lugares de Oriente como Corea del Sur, la búsqueda de casos, cualquiera que fuera su expresividad clínica, el diagnóstico y la cuarentena de los contactos, se ha podido realizar de manera masiva mediante el uso de nuevas tecnologías. El grupo de la Universidad de Oxford, apoyándose en los resultados de modelos matemáticos plantea, por su efectividad, ponerlas en marcha también en Occidente.
En la siguiente figura, modificada de Luca Ferretti en Science, se plantea un esquema del funcionamiento de este sistema.
El elemento básico es la utilización por los ciudadanos en su móvil de una aplicación en la que mediante el uso de Bluetooth, o wifi de proximidad, que está permanentemente activado, intercambia información con los móviles de otras personas que se encuentran a menos de dos metros. Esta información se almacena en los móviles durante un tiempo predeterminado, habitualmente dos semanas.
Si esta persona, asintomática, con síntomas leves o con síntomas graves, es diagnosticada de COVID-19, el sistema envía un mensaje automático a todos los contactos recogidos por Bluetooth o wifi del movil, indicándoles que han estado en contacto con una persona con COVID-19; que deben de ponerse en contacto con el sistema sanitario para que le hagan las pruebas diagnósticas de infección; y que se aíslen y se pongan en cuarentena.
El sistema puede funcionar de forma autónoma a nivel de usuarios , o bien puede escalarse a una base de datos en un servidor central a partir del cual y con ayuda de sistemas de inteligencia artificial y de Big Data, las autoridades sanitarias estudian y controlan la epidemia.
La aplicación puede también leer los códigos QR que identifican los lugares concurridos en los que ha estado esa persona, y puede también conectarse a sistemas de geolocalización por GPS, que permite identificar los posibles “clusters”.
El uso de estos sistemas pueden plantear problemas de confidencialidad de datos por lo que precisan adaptarse a los requerimientos y la legislación de cada país. Pero indudablemente suponen una solución muy práctica, utilizada conjuntamente con los test diagnósticos, para seguir realizando la búsqueda de contactos, a partir de casos asintomáticos, casos leves o casos graves, y mejorar de esta forma , como ya se ha hecho en China o Corea del Sur, el control de la epidemia. Estos sistemas, además, serán de importancia crucial , cuando empiecen a “desescalarse” las medidas de aislamiento social.