A partir de los años ochenta, empezaron a asentarse en occidente un grupo de maestros budistas y taoistas, que nos han ido acercando, fundamentalmente a los que hemos sido educados en la tradición del pensamiento occidental, a una nueva concepción del mundo y de la vida.
La visión del hombre y de la naturaleza que nos ofrecen estos maestros es la de la unidad de todas las cosas. No solo los hombres, sino también los animales, las plantas y el mundo mineral forman una unidad con nosotros. Cualquier agresión a cada una de estas partes, termina agrediendo al resto y a nosotros mismos. Cualquier cuidado a cada una de estas partes, termina siendo beneficiosa para todos, también para el hombre.
Wang-Yan-Ming (1472-1529) llegó, en una posición radical, a enunciar la realidad de un solo cuerpo que engloba a todas las cosas.
“El viento, la lluvia, el rocio, los truenos, el sol y la luna, las estrellas, los animales y las plantas, las montañas y los rios, la tierra y las piedras, forman esencialmente un solo cuerpo con el hombre. Es por esta razón por la que algunos tipos de cosas como el grano o los animales pueden nutrir al hombre y por la que algunos otros tipos de cosas como los medicamentos o los minerales pueden curar las enfermedades. Esto es debido a que todos ellos comparten la misma fuerza material: penetran el uno en el otro”
La actitud de amor y compasión, tan fundamental en el budismo, ha de extenderse, no solo a los hombres (amigos y enemigos) sino también a las plantas y al propio mundo mineral.
“Todas las cosas”, escribe Wang-Yan-Ming, “desde … El marido, la esposa y los amigos hasta las montañas, los rios , … Los pájaros, los animales y las plantas, deben de ser amados de verdad para que pueda darme cuenta de que mi humanidad forma un solo cuerpo con ellos”.
En los últimos cincuenta años la tierra ha enfermado, y esta enfermedad de la tierra repercute ya en todos nosotros. Hemos contaminado, por ejemplo, los mares y los oceanos con mercurio, un mineral tóxico no degradable, y el mercurio a través de la cadena de alimentación de los peces , se ha empezado a acumular en los grandes atunes y peces espada, de modo que al comerlos nosotros hemos empezado a acumular mercurio en nuestro organismo. Y este ejemplo de contaminación que ocurre en los mares con el mercurio, también aparece con otras sustancias no degradables en el aire y en la propia tierra.
“Los elementos que componen nuestro mundo exterior e interior”, escribe el Lama Gangchen, “están enfermos, el aire que respiramos, el agua que bebemos, la tierra que cultivamos, todo está contaminado; a pesar de ello tenemos que seguir respirando, bebiendo y comiendo para sobrevivir. Es muy importante para nuestra salud cuidar los elementos”.
Hemos tenido que darnos cuenta de la destrucción de gran parte de nuestro planeta, para poder empezar a entender la sabiduría de la aproximación a la naturaleza de las doctrinas budistas y taoistas y la necesidad de un nuevo tipo de acción que nos permita entrar en una nueva aproximación de la relación del hombre con el mundo que le rodea y del que ineludiblemente formamos parte.
Cuando todavía no hemos iniciado el camino hacia el amor y la compasión entre el ser humano !Qué enormemente distante y dificil nos parece el extender esta compasión hacia los animales, hacia las plantas y los árboles y hacia el mundo de los minerales¡ Y sin embargo, puede ser que esta sea una de las escasas vías factibles de sanar este enorme cuerpo del que según Wan-Yang-Min, solo somos una parte.
29 de diciembre de 2010